Rodolfo García Martínez mi primer mentor |
114 Vistas
|
24
Sep
2023
|
La mejor manera de educar a los hijos es con el ejemplo, un padre puede decir muchas cosas, pero los hijos estarán observando con detenimiento su forma de actuar y su congruencia entre lo que dice y lo que hace.
El 23 de Septiembre se cumplieron 30 años que mi papá dejó este plano, he vivido más años sin su compañía que los que viví a su lado. Por supuesto los recuerdos me llegan cotidianamente, me acuerdo mucho de él, por más que pasa el tiempo no deja de hacerme falta y no dejo de preguntarme cómo habría vivido roles que ya no le toco jugar como suegro, como abuelo, como consuegro. Y por supuesto pensando como hubiera seguido siendo su vida si no se hubiera truncado a tan corta edad, falleció a los 49.

Pero de lo que quiero platicar es de la enseñanzas que me dejó, mi papá buscaba de manera constante darme lecciones de vida y que tuviera una manera de pensar diferente. Una anécdota que recuerdo mucho es cuando los Petroleros de Houston (un equipo de fútbol americano que ya no existe pero que era mi equipo favorito) contrataron a Earl Campbell un corredor muy bueno y fue el primer jugador que no fuera mariscal de campo que ganó 1 millón de dólares por temporada (en ese entonces los jugadores no eran tan bien pagados como ahora). Yo le comenté a mi papá, me encantaría ser Earl Campbell y que me paguen un millón de dólares por jugar en los Petroleros y mi papá me contestó, a mí me encantaría ser el dueño de los Petroleros de Houston y que tuviera libre el millón de dólares para poder traer a mi equipo a Earl Campbell. En este intercambio mi papá me decía que no hay nada malo en ser un empleado bien pagado, pero que siempre será mejor ser el dueño de la empresa.
Si tienes la posibilidad ayuda a otros que lo requieran y si es posible ayuda de forma anónima.
Mi papá tenía una forma simple de ver la vida. Decía que en este mundo la mitad de las personas tenían algo, un poquito más de lo que necesitaban y la otra mitad tenía carencias. Para él la receta de un mundo más equilibrado era sencilla, encárgate de apoyar a una persona que tenga carencias, si cada persona que puede en el mundo lo hace este mundo sería diferente. A mi esta enseñanza se me quedo muy grabada, incluso desde hace muchos años pago la beca de un niño, pero cuando me case empecé a pagar la beca de 2 niños uno por mí y otro por mi esposa. Cuando nacieron mis hijas desde el momento que nacieron he venido pagando la beca de un tercer y cuarto niño. He hablado con mis hijas y les he dicho lo que su abuelo decía y que yo estoy responsabilizándome de ayudar a un niño en su nombre, pero que en el momento que ellas ya lo puedan pagar deberán hacerlo en memoria de su abuelo.
El día que acabé la escuela, mi papá me regaló unas plumas que venían acompañadas de una carta que me había escrito. En ella me decía que gracias a mi esfuerzo de muchos años había logrado acabar la escuela y me había ganado el título de Licenciado que me acompañaría por el resto de mis días. Pero que el título que era verdaderamente importante en la vida, era el de Señor, que se ganaba con base en buenas obras, ganarse el respeto de los demás y vivir una vida decente y ordenada. Voy por la vida tratando de ser congruente con esta enseñanza.
Mi papá veía mucho por las personas que lo criaron. Siempre estuvo al pendiente de su abuelita Amalia y de su mamá Alicia (quien lo sobrevivió). Mi abuela Alicia estudio trabajo social y se reunía por lo menos una vez al año con sus compañeras de generación. Mi papá al grupo lo nombro cariñosamente la “patrulla juvenil”. Mi papá cumplía años el 20 de Diciembre, entonces organizaba una posada en casa de su mamá e invitaba a todas sus amigas y algunos amigos de mi papá. Ahí les deba regalos de navidad y buscaba que todas ellas tuvieran algo que necesitaban en ese momento. En otras ocasiones las invitaba a Cocoyoc a pasar un fin de semana y les rentaba un autobús para trasladarlas, todas estas personas lo adoraban, pero para él que las amigas de mi abuela estuvieran bien y contentas era muy importante.
Tal vez la lección de vida más importante que me dio mi papá fue ya cerca de su fallecimiento cuando se enteró que la única opción que tenía de sobrevivir era someterse a un trasplante de corazón. Mi papá nunca dudo en decir que para él esa no era una alternativa, que dios le había dado un corazón para él y que mientras este latiera él se mantendría vivo pero que no buscaba por otro medios extender su vida. Murió joven, vivió plenamente, hizo muchos amigos a quienes consideraba el mejor regalo de la vida, fue muy amado y dejo un legado. Hoy a 30 años de su partida quise compartirles algunas de sus enseñanzas y de la bendición que he tenido de tener los padres que me tocaron.
No importa la cantidad de años que vivas, importa la calidad de vida que tengas y que aproveches de la mejor manera tu tiempo.