No fracasaste, tuviste un tropiezo.

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04 Jul 2016

Cuando las cosas salen mal  solemos ver una catástrofe, la realidad es que la vida sigue y si aprendimos la lección, todo estará bien.

La vida ideal sería algo similar a un cuento de hadas donde  desde que nacemos hasta que morimos todas las cosas salen bien. La realidad es que durante el transcurso de la vida  la mayoría de las cosas son neutras, ni buenas ni malas, cosas normales que se suceden día con día que son maravillosas si así lo queremos percibir ya que la vida misma es un milagro, pero  lo vemos como  eventos que no nos marcan ni para bien ni para mal. Pero en el diario andar hay  cosas que nos hacen muy felices, esos momentos que nos marcan positivamente, haber cumplido un reto personal,  el terminar un ciclo como pudiera  ser acabar la universidad, conseguir nuestro primer trabajo, enamorarnos, casarnos, tener un hijo, etc.

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Pero también la vida nos da el otro lado de la moneda, pequeños tropiezos que en ocasiones los vemos como grandes obstáculos, fallar en un examen, terminar una relación, el fallecimiento de un ser querido, perder un empleo, quebrar un negocio, etc. Son momentos que nos dejan marcados y que nos cuesta mucho trabajo superar, que nos culpamos por lo que ha pasado, pero que  la única manera de seguir adelante es darle la vuelta a la hoja, por supuesto es doloroso y no es fácil, pero si te enfocas en que  el dolor es temporal, que la vida sigue adelante y que hay muchas  personas que requieren que estés bien para seguir haciendo aquello que tú tienes a tu cargo como lo es:  amar a tu pareja, educar a tus hijos, realizar tu trabajo, preservar a tus amigos, etc. Saldrás adelante.

Si eres objetivo te darás cuenta que siempre son más los momentos positivos que vivimos, pero nos enfocamos más en los negativos, cambia tu enfoque.

Hay un dicho que reza, si se puede componer, arréglalo y si no tiene remedio, supéralo. Por supuesto cuando las cosas no salen como queremos nos da mucho coraje, nadie quiere tener que vivir las consecuencias que trae consigo un tropiezo, tener que volver a cursar una materia, rehacer un trabajo, buscar una nueva relación, superar la pérdida de un ser querido, conseguir un nuevo trabajo, emprender una nueva empresa.  Pero la manera más corta de superar un tropiezo es enfocarte en lo que sigue, asimilar que ya sucedió,  comprender si hay algo que se  puede hacer o si ya no hay algo adicional por hacer. Desde ahí hay que empezar a construir de nuevo, superar lo que sucedió y salir adelante.

El punto más importante se encuentra en la dimensión que le das a las cosas negativas que te pasan. Normalmente lo consideramos un fracaso, pero la palabra es muy fuerte, si se fracasó no hay más que hacer,  sin embargo si lo dimensionas como un tropiezo hay que levantarse, sacudirse,  curarse los raspones, tomar aire y seguir adelante. Si una vez que tropiezas logras entender que fue lo que salió mal, te queda claro si cometiste un error, si te descuidaste, si abusaron de tu inocencia, entre muchas otras cosas que pudieron haber pasado, habrás encontrado la razón por la cual tropezaste y estarás listo para seguir tu andar y  con base en la lección aprendida no volverás a cometer el mismo error.

La percepción que le damos a las cosas que nos pasan, es subjetiva y depende totalmente de nosotros. Enséñate  a visualizar los tropiezos en su justa dimensión, poco a poco ve soltando  lo que sucedió, deja de enfocarte en el pasado, en él hubiera, empieza a vivir el presente, analiza los pasos que debes seguir para salir de la situación, toma las mejores decisiones, felicítale por cada pequeño triunfo. Goza que sigues andando, despacio al principio retomando la confianza en ti mismo, poco a poco más rápido, sigues avanzando, hasta que vas a ritmo enfocado en tu éxito y logrando las metas que te propones.

Tras tropezar deberás levantarte, volver a andar, despacio, con tiento, hasta volver a agarrar confianza, pero siempre hacia delante, sin retroceder.