Calidad

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14 Mar 2021

Muchas personas aceptan la medianía en el servicio como un fin ante sus clientes. Si estás ahí debes competir por precio y no tendrás los mejores clientes. Exige calidad a tu equipo.

Conforme va pasando el tiempo las cosas van mejorando. Por ejemplo hace mucho tiempo la única forma de comunicarse era en persona, ante eso a alguien se le ocurrió que podría haber otras maneras de comunicarse y así se logró que las personas se comunicaran por escrito, por palomas mensajeras. Pero luego alguien decidió que deberíamos de poder escuchar a un interlocutor a distancia y así surgió el teléfono. De la palabra escrita pasamos a los diarios, los libros, el telex, el fax, los correos electrónicos, los mensajes instantáneos y seguiremos evolucionando. Del teléfono pasamos de requerir una línea fija a los teléfonos móviles a los celulares inteligentes. Si nos hubiéramos conformado,  no se hubieran logrado los avances que hay ahora.

Y aun en el avance que hemos venido teniendo hay niveles de calidad en las cosas. Por ejemplo en los celulares. Hay teléfonos muy básicos que compiten por precio. Las personas que no tienen la capacidad económica de gastar en un teléfono celular sofisticado buscan el más barato que tenga mejores funcionalidades. Pero en el otro extremo hay compañías como Apple y Samsung que son un referente en la industria, que le ponen un precio alto a sus productos, pero son tan buenos, tienen tanta calidad, que las personas los compran al precio que decida poner el vendedor. Eso pasa cuando hay calidad, puedes tener una cola de clientes esperando ser los primeros que tenga tu último lanzamiento y pagando el precio que decidas ponerle, porque saben que tendrán en sus manos la mejor calidad e innovación del momento.

Si quieres ser el mejor debes empezar por cuestionar todo lo que haces, ver la mejor manera de hacerlo, buscar el talento que esté dispuesto a entregar la calidad que tu negocio requiere, no conformarte con menos.

El liderazgo en el mercado va cambiando constantemente de manos. Eso pasa porque las empresas se enfocan en ser las número uno. Cuando llegas ya lograste tu cometido. Debes buscar ver más allá, buscar ser mejor que tu mismo. En la medida que tu comparación es contigo, que buscas ser cada día una mejor empresa de lo que eras ayer, el foco esta en mejorar, innovar, cambiar, cuestionar y no conformarte. En ese momento tampoco tienes seguro que seguirás siendo el líder, pero tu meta es ser mejor y mantenerte ahí.

Muchas veces por prisa, por hartazgo, porque hay muchas cosas más que hacer o simplemente por desidia, aceptamos la medianía en lo que hacemos. Ese es un mensaje equivocado para la organización. Hay que esforzarse por hacerlo bien, por hacerlo mejor, más fácil. Y cuando logras permear esta filosofía en tu equipo los mismos miembros del equipo van a cuestionar a aquellas personas que no están a la altura de lo que se está buscando como organización.

Caminar al liderazgo es un camino largo, lleno de retos, que te brinda algunas satisfacciones pero que tiene más cosas negativas que positivas. Por ello cuando logras llegar, cuando por fin eres el número uno muchas empresas se desploman. En la medida en que exijas calidad las cosas avanzarán correctamente, podrás establecer el precio y el cliente lo va a pagar, podrás tener tantos diferenciadores que la competencia podrá equipararse en algo pero no en todo, podrás atraer al mejor talento al que quiere estar del lado del triunfador y mantenerse ahí. Por ellos solo hay un líder y muchos competidores que quisieran estar ahí.

Mejorar como organización cada día debe ser la meta que persiga cada empresa. En el mundo actual las personas cuestionan cada centavo que gastan, debes convencerlos que gastarlo en tu empresa es la mejor inversión.